Nos olvidamos con demasiada frecuencia ponernos en primer lugar. Entendiendo equivocadamente que el amor empieza por los demás.
Que las ganas empiezan por los demás.
Hacemos para los demás, ya sabes…
Si es que vivimos para los demás.
Y no, así no.
Craso error que la sociedad marchita nos ha incluido en un ADN, intoxicado por la manipulación del pensamiento crítico que no nos permite escupir hacia fuera la personalidad y el carisma innato.
No, el amor de verdad empieza en ti, en priorizarte, en aprender a querer tus defectos y virtudes por encima de todo y de todos.
A vivir tu jodida vida, y no la de otros.
Ser vehemente con tus ganas, y luego las de otros.
Hacer por ti, para hacer luego para los demás.
A vivir para ti, y no para lo ajeno… aunque después sí.
Unos lo llamarán egoísmo. Yo lo llamo AMOR PROPIO.
Otros lo llamarán egolatría o narcisismo. Yo lo llamo AUTOESTIMA.
Y si no es este el principio para vivir en paz contigo mismo, no sé qué puñetas lo es.
Si no es este el principio para la empatía ajena, empezando por la propia, entonces es que algo estamos haciendo mal.
Sé honesto contigo mismo.
No se puede querer a los demás si antes no aprendes a quererte BIEN a ti. Con virtudes y defectos que te hacen perfectamente imperfecto.
No se puede ayudar a los demás, si antes no te ayudas a ti mismo.
Ni se puede apoyar una causa… si no eres parte de ella.
Y ahora, dime, ¿cuándo dejaste de priorizarTE?
Pon solución entonces, porque solo tienes una puta vida para vivirla. Y créeme, tu vida no es para verla pasar. La vida pasa tan rápido, que nos damos cuenta tarde de que esta no espera a nadie.
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