Hacía días que quería escribir sobre ello. Muchos días. Pero gracias a una conversación con Alberto, Director General de la Federación Autismo Madrid, terminé por decidirme a buscar ese tiempo que no tengo, que “nunca tenemos”. Esto es como todo, para las cosas importantes siempre debemos encontrar un tiempo que, en muchas ocasiones, hay que sacrificar otro que gastamos en cosas banales, para invertirlo en lo que realmente aporta a los demás y a nosotros mismos.

Esto es como la vida, como las relaciones, como todo. Es cuestión de prioridades. Y para mi, si escribir este artículo ayuda a concienciar sobre el AUTISMO, me doy por satisfecha. Tiempo invertido, sin duda alguna.

¿Y qué mejor día que publicar este artículo en el DÍA INTERNACIONAL DEL AUTISMO?

¡¡Ya está bien de llamar enfermos a los autistas!! Los autistas no son enfermos, son seres humanos, personas, con unas necesidades especiales.

Pero, ¿qué es el autismo?

El autismo es uno de tantos trastornos, más conocidos como trastornos del espectro del autismo (TEA). En este caso es un trastorno neurobiológico complejo que existe a lo largo de la vida de la persona que lo padece. Se caracteriza por varios grados de discapacidad en las habilidades de la comunicación y capacidades sociales, pero también son muy característicos los comportamientos repetitivos.

Los síntomas pueden ir de leve a severo. El más leve del trastorno es el que muchos habréis escuchado hablar, y se conoce como síndrome de Asperger. Hay otros trastornos de desarrollo como el síndrome de Rett, PDD NOS (trastornos generalizados de desarrollo), y trastorno desintegrativo de la infancia.

Los padres son los primeros en percatarse de que el comportamiento de su hijo no es el habitual. Hay padres que describen un niño que parecía diferente desde el nacimiento, otros, un niño que se desarrollaba normal y fue perdiendo sus habilidades. Cada caso es un mundo. Suele manifestarse a los 3 años, aunque en algunos casos aparece más tarde.

Pero como esto no es un blog de medicina, os sugiero que, quienes estéis más interesados, entréis en la web de la Federación de Autismo de Madrid y leáis con suma atención toda la información que en ella hay.

El Marketing difunde mensajes con causa ayudando a concienciar.

A veces nos dejamos llevar por la frialdad del Marketing. Si bien es cierto que muchas de sus prácticas son meras acciones para llegar a su fin, que es vender, no deberíamos enfocarnos únicamente en esta premisa que sirve solo en las estrategias para vender un producto o servicio.

En muchas ocasiones, afortunadamente, el Marketing sirve para concienciar, para saber sobre una enfermedad, una causa social u otro problema real y, sobre todo, para llevar a cabo acciones que ayuden a subsanar errores, mejorar la calidad humana de algunos colectivos, medio ambiental y de los más necesitados.

Precisamente por sus acciones de difusión y porque, nos guste o no, es una herramienta para poder viralizar contenidos a través de dichas acciones y extender el mensaje a nivel mundial.

¿Y qué mejor ejemplo que las campañas creadas en el entorno del autismo para hablar de Marketing con Causa?

La Agencia Chi & Partners London creo en 2009 una campaña para la marca Tree House sobre el autismo. Creo una secuencia de tres imágenes con el eslogan “The longer a child with autism goes without help, the harder they are to reach” (Cuanto más tiempo un niño con autismo está sin ayuda, más difícil es llegar a él). Sin duda, no dejaron indiferente a nadie.

Pero, me pregunto ¿de qué sirve concienciar si no se actúa? Para esto el Marketing debe tener la suficiente fuerza y poder de persuasión y concienciación, no solo para despertar la mente humana, sino para hacerla actuar.

Caso real de autismo. Uno de tantos.

¿Os acordáis de la película Rain Man? Interpretada por un brillante, no, soberbio, Dustin Hoffman en 1988. Charlie Babbitt (Tom Cruise), es un joven ególatra que, esperando heredar la fortuna de su difunto padre, se informa que el beneficiario es su hermano Raymond (Dustin Hoffman).

Raymond es un autista, pero que nunca se han conocido porque siempre estuvo recluido en un centro especial. Se aventuran, los dos, en un viaje a lo largo de Estados Unidos. Al principio, el comportamiento “diferente” de Raymond enerva a Charlie, puesto que no sabe nada sobre el autismo, pero va transcurriendo el tiempo, y poco a poco aprende a comprenderlo y, sin lugar a dudas, a quererle.

Os dejo una escena para que os hagáis una idea 😉

 

Pero hablemos de casos reales. Hablemos con propiedad. Seguramente muchos de vosotros habréis escuchado hablar del británico Stephen Wiltshire o, lo más probable es que hayáis visto alguno de los vídeos que corren por internet.

Stephen es un autista con el síndrome del sabio. Su impresionante y desarrollada memoria visual le permite recordar ciudades enteras con sumo detalle..

Desde pequeño le gustaba pintar. El hecho de que no hablara hasta los nueve años, sus herramientas para comunicarse con los demás fueron el dibujo y la pintura. Inicialmente dibujaba árboles, seguidamente empezó con los coches y, finalmente, su gran pasión y devoción, los edificios. Pero de pequeño también dibujaba caricaturas de sus profesores.

Stephen tiene 42 años, y precisamente su habilidad ha sido la que, aun siendo autista (lo digo con el mayor de los cariños y por el concepto distorsionado de esta sociedad que sigue sin comprender el autismo), se ha ganado su puesto entre artistas de gran prestigio mundial. Imaginaos la capacidad mental de esta persona si os digo que visualizando una ciudad entera durante 20 minutos sobre volando encima de ella, es capaz de reproducirla hasta el más ínfimo detalle de forma panorámica.

Stephen dibuja con un rotulador Staedler de color negro. Mientras escucha su música favorita con los cascos, sentado en un taburete dibuja durante aproximadamente siete horas. Y así, con la mayoría de sus obras de arte.

Sus increíbles y extraordinarias panorámicas han llegado a dar la vuelta al mundo: Londres, Madrid, París, Nueva York, Tokio o Roma, son algunas de sus obras más conocidas.

Os dejo tres videos para que os deleitéis. Ya me contaréis qué os parecen quienes los descubráis a través de este artículo, y los que ya lo conocíais, por supuesto que vuestros comentarios son bienvenidos.

Una vez leí: LO IMPOSIBLE SOLO TARDA UN POCO MÁS. Y esto debemos recordarlo SIEMPRE. El hecho de ser autista no hace a una persona menos capaz. En la mayoría de ocasiones les hace más capaces, pero menos comprendidos.

De nosotros depende cambiar la actitud del ser humano.

 

 

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