Esta situación nos está enseñando mucho, admitámoslo.
Hemos aprendido a dar trascendencia a las cosas (y personas) que realmente merecen esa importancia.
A respetar y disfrutar como nunca antes los momentos efímeros que hasta ahora no dábamos. ?
Hemos aprendido a indignarnos por actitudes ajenas de unos cuantos descerebrados que hacen caso omiso a un estado de alarma que puede suponer una masacre (casi) sin precedentes.
Como aquello de…
– Ey, ¿qué tal llevas lo de la empatía?
– De puta pena.
– Ya, se nota.
Así que hemos descubierto quién sí, quién no y quién nunca más.
Hemos visto cómo las personas buenas se vuelven más buenas y las malas, más deleznables.
A ver la generosidad altruista.
Hemos terminado desnudando el alma por la impotencia.
Por la banalidad de lo tangible y la vulnerabilidad de nosotros mismos.
La sensibilidad de la piel. Metafórica y literalmente.
Sí, esta situación nos ha enseñado a ser más personas, más humanos, más viscerales pero también más respetuosos… más tolerantes.
Hemos descubierto que somos vulnerables, sin duda alguna. Pero que esta vulnerabilidad nos hace más capaces, más solidarios, más sociedad… más todos en una misma dirección por el bien común. Aunando fuerza y consciencia (algunos inconscientes también, ya sabemos…).
Sí, esta situación nos ha mostrado la jodida realidad del aquí y ahora.
Nunca el dicho “No esperes a mañana lo que puedas hacer hoy” había cobrado tanto sentido.
VULNERABILIDAD, del verbo “aprender a ser resilientes en momentos jodidos.” ??
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Un libro de desarrollo personal para leer en los días jodidos… y en los que no. 😉