Entender el TDAH desde la compasión (y la empatía), no desde el juicio
Vivimos en una sociedad hiperconectada pero emocionalmente desconectada. Cada vez somos más los que sentimos que nuestra mente va por libre. Sí, ese TDAH que genera tener un cerebro neurodivergente.
Saltamos de una idea a otra. Nos cuesta sostener el foco. La cabeza no para, y a veces el cuerpo tampoco. Y cuando alguien nos dice “concéntrate”, solo dan ganas de responder: “Si supieras lo que cuesta…”
Gabor Maté, médico canadiense y referente mundial en salud mental y trauma, nos da una bofetada de realidad de las que despiertan en su libro “Mentes Dispersas: El origen y la curación del trastorno por déficit de atención”. Un título que va mucho más allá del TDAH y que debería leer cualquier persona que trabaje con otras personas. O consigo misma.
Y lo digo por experiencia. Sí, tengo TDAH, pero esto no me ha privado de hablar cuatro idiomas, tener una agencia de marketing y comunicación, una escuela de formación online, ser speaker internacional, docente en universidades internacionales, escuelas de negocios y en empresas de todo el mundo, además de formadora y mentora de emprendedores, directivos y líderes.
Todos los resúmenes de libros que comparto están compuestos de los puntos clave que incluye el autor en cada libro, a modo de síntesis, pero contados desde mi propia visión y opinión personal. Además, me gusta compartir cómo lo aplicaría yo en los proyectos y negocios.
El TDAH no es un trastorno. Es una respuesta.
Gabor Maté desmonta la visión tradicional del TDAH como “enfermedad neurobiológica”. Para él, no es un problema genético ni un fallo del cerebro: es una adaptación emocional y neurológica al estrés temprano, al entorno emocional y a la falta de conexión auténtica durante la infancia.
En este punto, mi opinión es que dicho así el mensaje se queda de una forma demasiado genérica.
En mi caso tuve una buena infancia, pero cierto es que a nivel neurológico, cognitivo, y de comportamiento humano en edades tempranas, nos cuesta recordar actitudes en ciertas situaciones que, por aquél entonces, pensábamos que no nos afectarían en el futuro. Y que en el futuro, es decir, en el presente de nuestra edad madura, adulta, pensamos que esa situación “no era para tanto” y no le damos importancia.
Según el Dr. Maté, cuando un niño vive en un ambiente emocionalmente caótico, donde no se siente visto, seguro ni sostenido, su cerebro aprende a desconectarse como mecanismo de defensa. Así, la dispersión no es disfunción, sino supervivencia emocional.
“El TDAH es una respuesta creativa a un entorno emocionalmente abrumador”.
Esta frase, con la que estoy de acuerdo, debe tomarse también de forma individual en cada uno de los niños que viven situaciones abrumadoras. Partiendo de la pregunta, ¿qué es una situación abrumadora? Porque creo que para cada niño es algo diferente. Tiene su base, pero luego está el nivel personal de cada uno de ellos.
Esto es igual que el umbral del dolor, es tan sumamente personal, que a veces caemos en el error de generalizarlo.
Así que este enfoque cambia por completo la narrativa. Porque Maté no habla de cerebros defectuosos, sino de infancias desbordadas. Y esto abre una puerta inmensa al autoconocimiento compasivo y a un nuevo tipo de liderazgo: el que empieza por la empatía hacia uno mismo.
Las “mentes dispersas” en el mundo adulto
Aunque el libro parte del TDAH, Gabor Maté amplía la mirada a todas las personas con una mente inquieta, con dificultad para mantener el foco, que procrastinan, que se sienten saturadas o emocionalmente inestables, y que se han sentido “demasiado intensas” toda la vida.
¿Te suena? Sí, claro que sí. Aquí una levantando la mano diciendo “¡Yo!”
Según el Dr. Maté, este patrón se expresa en adultos con altísima capacidad creativa pero que luchan con la organización, los plazos, la gestión del tiempo o el control emocional. Personas brillantes que han aprendido a adaptarse, pero muchas veces desde la culpa.
“No es que el adulto con TDAH no sepa lo que debe hacer. El problema es que no puede llevarlo a cabo con consistencia. Y eso lo destroza emocionalmente”.
Aquí, Maté insiste: no es una cuestión de voluntad, sino de una narrativa interna marcada por la autoexigencia, la vergüenza y la desconexión. La solución no pasa solo por técnicas de productividad, sino por curar la raíz emocional del problema: la relación con uno mismo.
¿Y si la dispersión fuera un superpoder mal entendido?
Uno de los grandes regalos del libro es que pone en valor muchas de las características del TDAH que en realidad son virtudes mal gestionadas:
- Alta sensibilidad
- Pensamiento divergente
- Capacidad creativa
- Intuición potente
- Energía emocional elevada
- Pasión profunda por los temas que importan
Pero en un sistema que premia la linealidad, la obediencia, la productividad constante y la atención sostenida (aunque sea a costa del alma, un precio demasiado elevado), esas cualidades se convierten en problemas.
El reto no es apagar la dispersión, sino reeducar el entorno interno y externo para que esa mente pueda brillar sin romperse.
Claves para “sanar” desde dentro
A lo largo del libro, Maté propone caminos para reconstruir esa relación con uno mismo y con el entorno:
- Reconectar con las emociones que han sido reprimidas desde la infancia.
- Crear entornos seguros donde las personas puedan ser vistas sin juicio.
- Reescribir la narrativa interna, alejándonos del autodesprecio y acercándonos a la autocompasión.
- Evitar la medicalización como primera respuesta y entender el papel del medicamento solo como parte de un enfoque más amplio, nunca como solución única.
- Desarrollar prácticas de presencia, mindfulness y regulación emocional, no como moda, sino como higiene mental.
En resumen: sanar no es corregir el “error”, sino cambiar el relato que hemos construido sobre nosotros mismos.
¿Y qué tiene que ver esto con el storytelling?
Mucho más de lo que parece. Porque cada persona, cada marca, cada líder, se cuenta una historia. Y si esa historia parte de la vergüenza, el juicio o el rechazo, el storytelling será vacío, forzado, impostado.
Una mente dispersa es muchas veces una mente narrativa desbordada. Llena de historias sin cierre. De emociones sin nombre. De pensamientos sin pausa. Entender esto no solo nos ayuda a comunicarnos mejor, sino a ser más humanos en nuestra comunicación.
Por eso este libro no es solo para padres, terapeutas o educadores. Es para quienes lideran, para quienes comunican, y para quienes, como tú y como yo, a veces sentimos que nuestra cabeza va más rápido que la vida.
Así que…
Mentes Dispersas nos recuerda que detrás de cada “distracción” hay una historia no contada. Que lo que hoy llamamos déficit, quizá sea una forma distinta de mirar el mundo. Y que aprender a narrarnos con compasión puede ser el primer paso hacia una forma de comunicar más auténtica, más humana, más poderosa.
Sí, tengo TDAH, una mente neurodivergente, y a mucha honra. Insisto, este padecimiento o condición no me ha privado de hablar cuatro idiomas, tener una agencia de marketing y comunicación, una escuela de formación online, ser speaker internacional, docente en universidades internacionales, escuelas de negocios y en empresas de todo el mundo, además de formadora y mentora de emprendedores, directivos y líderes.
¿Y tú? ¿Te has sentido alguna vez una mente dispersa? ¿Cómo sería cambiar el relato que te cuentas por uno que te abrace en lugar de exigirte?
Que interesante resumen análisis del libro ????
Me haces cambiar la visión de mi mismo, con características del TDAH que sospecho tengo y hasta de su orígen en mi vida ????
Gracias por compartir ????????
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Me alegra enormemente saber que te ha resultado útil y de valor, Germán. Muchas gracias por comentar. Abrazo. 🙂
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